La semana pasada volvimos de Brasilia y si no hemos actualizado antes el blog es porque, por un lado, desde que llegamos no hemos parado, hemos estado muy liados en el trabajo y con reuniones; y, por el otro, nuestro internet es pésimo (subir las fotos puede tardar toda una vida y acaba con nuestra paciencia), hay días que ni siquiera tenemos.
Pues bien, vamos al lío.
Como ya sabréis por entradas antiguas, el Señor Ari (el padre de Arizeti, nuestra amiga religiosa) estaba muy enfermo... tanto que, desafortunadamente, no consiguió salir adelante. Murió justo cuando íbamos a ir a Brasilia. El señor se enterraba en un pueblo del interior, Maués (a varias horas de barco desde Manaus); pero, debido a nuestro inminente viaje, sólo pudimos ir al velatorio, que se hizo aquí en Manaus. Nos dio mucha pena no haber podido acompañar a Arizete y a su familia a Maués pero bueno, no pudo ser. Del Sr. Ari guardamos un agradable recuerdo. Un hombre simpático y cercano al que no podíamos dejar de rendir homenaje en esta entrada.
El dia 28 de Noviembre partimos hacia Brasilia. Ese día, el padre Gelmino, scalabriniano que se dedica, entre otras cosas, a llevar a los haitianos que se lo piden al aeropuerto, tenía que ir para dejar a Enite, una haitiana, así que nos acoplamos a su viaje encantados.
Nos bajamos en el aeropuerto y Enite, que estaba bastante perdida (no debía de haber viajado mucho en avión), se nos quedó mirando como esperando una ayuda. Fede y yo le explicamos cómo hacer el check-in y facturar las maletas pero, nada más acabar las explicaciones, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Así que al final le hicimos el check-in y luego se vino con nosotros a la zona de embarque. Afortunadamente, su vuelo salía antes que el nuestro, así que casi la llevamos a la puerta del avión para que no se perdiese. La pobre, estaba súper agradecida, nos pidió que le hiciéramos fotos y también nos tiró algunas a nosotros; me pidió mi número de teléfono y después supimos, por un whatsapp que nos mandó, que había llegado sana y salva a su destino.
El viaje fue bastante latoso pues, además de que salimos con retraso, hacíamos escala en Belo Horizonte, lo cual no tenía sentido ninguno (era llegar a un sitio, para volver a retroceder...) pero, en fin, era lo más barato. Entre esto y las dos horas más que tiene Brasilia, cuando quisimos llegar allí era media noche. Nuestra estancia iba a ser en el CCB (Centro Cultural de Brasilia) un centro de encuentros, convivencias y eventos culturales llevado por jesuitas. Así que, desde el aeropuerto, cogimos un taxi que nos llevase hasta allí. Nuestra elección no pudo ser mejor, no por coger un taxi, sino por el taxista. ¡Qué buen tío! Atento y simpático desde el primer momento, nos iba contando cada lugar por el que pasábamos, hablándonos de cómo estaba distribuida la ciudad. Cuando llegamos al CCB, nadie nos abría la puerta por más que llamábamos... Por un lado nos cagamos pero, por otro, sabíamos que con nuestro amigo el taxista (que no se separó de nosotros en ningún momento) no nos iba a faltar hospedaje ni qué llevarnos a la boca jaja. Finalmente, después de muchas llamadas y de movernos alrededor del centro dentro del taxi por si veíamos a alguien, conseguimos que nos abriera el conserje del centro, que nos dijo que no nos tenía registrados allí pero, aún así, nos dio nuestra habitación. Por supuesto, el señor taxista, no se fue hasta que nos vio entrar en el centro y ver que estábamos a salvo. De haber tenido pasta le hubiésemos dado una súper propina, se la merecía.
A partir de aquí, nuestra estancia en el centro fue estupenda. Desde el trato de los jesuitas, hasta los desayunos, las comidas y las cenas (todas las comidas las hacíamos en el mismo lugar que la gente que estaba de encuentro o convivencia, excepto cuando no había ningún evento que comíamos con los padres que, aunque no tenían tanta variedad, también resultaba estupendamente).
El primer día después de nuestra llegada lo dedicamos a resolver mis cuestiones burocráticas (véase renovación de pasaporte) y a pasear un poco por los alrededores. Por un momento pensamos que nos iba a sobrar tiempo, que Brasillia no nos gustaría y que nos aburriríamos. Pero cuando empezamos el turismo de verdad, el siguiente día, nos dimos cuentas de que estábamos equivocados. Al final, el viaje nos ha gustado mucho, había sitios muy chulos a los que ir. No nos gusta para vivir, pero ha estado bien para 7 días de turismo. La pega principal es que es una ciudad muy pensada para coches, carriles tan anchos como numerosos y, por supuesto, escasos acerados. Los peatones están muy maltratados. Por otro lado, la ciudad está tan dividida en sectores (sector embajadas, sector hoteles, sector hospitales, etc.) que, estando de turismo, no encontrabas ni una triste tienda para comprar una mísera botella de agua o algo para picar... Demasiado cuadriculado todo, nada espontáneo.
Durante las visitas nos acordamos mucho de Yoyo, creo que es una ciudad muy recomendable para arquitectos.
En el viaje, aprovechamos también para quedar con la Hermana Rosita (también scalabriniana), una crack en el mundo de los migrantes, sabe todo sobre el tema, no se le escapa un detalle y tiene contactos hasta en el infierno, así que no podíamos dejar escapar una cita con ella (nos vendría muy bien para nuestro trabajo). Casualmente, no nos hizo falta ni quedar pues uno de los días se presentó en el CCB y Bernard, uno de los jesuitas, nos la presentó. Conversamos con ella y le comentamos nuestro deseo de ir a la embajada de Haití para conocer a las trabajadoras (con las que ya teníamos contacto telefónico desde Manaus) y para que nos dieran más formularios con los que continuar haciendo renovaciones de pasaportes a nuestros haitianos manauaras pues los que teníamos se nos acabaron casi antes de llegar. Rosita nos dijo que, precisamente, ella tenía que ir a la embajada haitiana a llevar unos papeles y nos invitó a acoplarnos a su viaje. La cosa no pudo ir mejor, conocimos a las agradables funcionarias, nos dieron 90 formularios y el embajador quiso conocernos, charló con nosotros y nos preguntó cosas sobre nuestro proyecto aquí en Manaus.
Por tanto, el viaje ha sido muy productivo y entretenido y, en contra de todo pronóstico, no nos sobró nada de tiempo. Caminamos muchísimo, nos quemamos, volvimos a sentir calor del seco (el clima de allí es muy parecido al de España en primavera/verano), también recordamos lo que es sentir frío en la calle (el biruji mañanero que me obligaba a usar una rebequita, ¡menos mal que me la llevé!) y, después de más de seis meses, volví a ducharme por primera vez con agua caliente, ¡me sentía hasta rara!
En fin, pasemos a las fotos, que sabemos que es lo que más os gusta :)
La rica comida que preparamos para el día de partida, sandwiches de mortadela y queso. |
Estas fotos nos las hicimos con Enite, después me las mandó por whatsapp. |
Despegando pudimos ver perfectamente el "Encontro das aguas" del río Negro y el Solimoes para formar el río Amazonas; y también muchísima vegetación. ¡Una pasada! |
Selfies el primer día con la catedral metropolitana detrás |
Fotos de rigor en la embajada de España. |
Con uno de los primeros bocetos del plano piloto (así se llama a la zona con forma de avión del centro de Brasilia) |
Torre de la TV a la que pudimos subir y disfrutar de unas vistas estupendas de Brasilia. |
Los selfies nos acompañaron durante todo el viaje. Para el próximo tendremos que hacernos de uno de esos palos que ahora están tan de moda para hacerse las fotos. |
Lo verde son puestitos artesanales (que sólo abrían los domingos), como veis también tiene una disposición muy simétrica. |
Para hacer esta foto tuve que jugarme la integridad física en una maniobra peligrosísima. |
Las letritas de "Eu amo Brasilia" nos dieron bastante juego. Además de los selfies con ellas también nos hicimos estas autofotos con temporizador en las que la hierba es la gran protagonista jaja. |
La iglesia de Don Bosco. Muy bonita y llamativa. Construida por grandes vidrieras azules que hacen que todo dentro de la iglesia sea también de ese color. |
Dentro de la iglesia estaba esta lámpara enorme que llama la atención por estar construida con muchos vasos de cristal. |
En este selfie salgo especialmente guapo (Isa se dedicó todo el viaje a torturarme con los selfies, Congui, regálanos un palo) |
La catedral con su campanario a la derecha. |
Las campanas son donadas por el gobierno español y algunos empresarios españoles que viven en el país. |
Dentro de la catedral. Al ser subterránea, es mucho más grande de lo que aprece por fuera. |
Fede con su amigo el apostol. Buen tipo. |
Tres ángeles enormes cuelgan del techo. |
Visitando el Congreso, Fede no podía dejar pasar la oportunidad de sentarse en unas sillas que fueron diseñadas por Le Corbusier. |
La cámara de los diputados. |
El senado. |
Foto de rigor en la puerta de la embajada de Haití. Al parecer las fotos de embajadas siempre son de rigor... |
La hermana Rosita habla por teléfono en los interiores de la embajada haitiana. |
Mientras esperábamos al embajador. |
Plato combinado que comimos uno de los días en el Churrasco do Galego. Muy bien servido y a muy buen precio. |
Como veis, teníamos que ir caminando por la hierba. Y haciéndonos selfies cada 20 segundos. HORROR! |
Escenario listo para un concierto de Michel Teló que dieron uno de los días, patrocinado por "Vivo" una compañía telefónica. |
Partido de Volley-pie en el parque natural urbano más grande de América. No sé por qué Isa insistía en que nos quedáramos viendo el partido, creo que se ha aficionado al deporte... |
Dentro del parque estaba también este parque de atracciones. |
En la puerta del museo memorial de Tancredo Neves (primer presidente de la democrácia brasileira y abuelo del principal opositor de Dilma en estas elecciones). |
Jomé nos acompañó en una de nuestras salidas. Aquí estamos en la puerta del palacio de justicia. |
Este es el coche donde, por tradición, desfilan los presidentes de Brasil y sus invitados más ilustres. |
De las pocas veces que los pies de Fede parecen pequeños... |
Foto con el Tiradentes (sacamuelas en portugués) un héroe de la revuelta minera (del estado de Minas Gerais, no es que fuera pluriempleado). Fede se acordó de su padre y le entraron saudades. |
Vistas de los edificios del Congreso desde el lado opuesto al de la otra foto. |
La estatua simbolo de la justicia en la puerta del palacio de justicia. |
Con el padre Jomé tampoco faltaron los selfies. |
Con el emperador Dom Pedro I. Recomiendo el libro "El imperio eres tú" de Javier Moro, sobre la vida de Pedro I y la independencia de Brasil, entretenidísimo. |
Propaganda electoral de Tancredo. Como curiosidad, murió precisamente el mismo día en que tomaba la pose de presidente. |
En la puerta del Itamaratí (nombre que se le ha dado al ministerio de Asuntos Exteriores). |
Pues bien, aparte de este viaje hemos hecho muchas más cosas desde la última entrada. Entre ellas, por supuesto, asistir a nuestro centro de Artes donde seguimos dando clases de español y Fede continua practicando capoeira.
Aquí podéis ver a Fede luchando capoeira a tope. Normalmente lo hago mucho mejor, pero estaba muy desentrenado con el tema del viaje a Brasilia y tal... |
Estas fotos nos hacen mucha gracia. Las hice cuando ambos estaban desprevenidos, no sé por qué Sofía (la hija de Ney, el profe de capeira, y Katherina) se agarró a su cuerda y ahí se quedó por un tiempo jaja. |
Otro de los días fuimos por primera vez al estadio Arena con motivo del Aniversario de Manaus (345 años), donde se celebraba un espectáculo de Bois (bueyes) que son muy típicos aquí en los Carnavales (como ya se ha explicado en entradas anteriores).
Fuimos con Ney y Katherina. |
A nosotros se sumó Arquelino que al saber que estábamos allí fue para bailar un ratito con nosotros. |
Al espectáculo no podían faltarle fuegos artificiales. |
Otro de los días fuimos a un churrasco a casa de André, compañero nuestro de oficina. Comimos tambaquí, arroz, farofa... lo típico. Todo buenísimo y en muy agradable compañía. Yo llevé una tarta para el postre.
Aquí algunos de los tambaquís que se asaron ese día. |
Con André presumiendo de tambaquís. |
El resto de comida. |
Y por último, estas fotos que no sé dónde colocar.
Este árbol de papaya es nuestro, está en nuestro patio, pegando a la pared que da a la calle. Sospechábamos que nos robaban papayas y, definitivamente, esa chancla que cuelga del tronco parece ser la prueba. Debieron tirarla para caer alguna papaya, pero nunca regresó a su dueño. |
Antes de ir a Brasilia hicimos colecta de todas las papayas que pudimos. Las más grandes. Les hicimos unos cortes laterales para que maduraran más y cuando llegamos del viaje nos las comimos... ¡Exquisitas! |
Aquí Fede haciendo de padre con Enmauel, el hijo pequeño de Ney y Katherina. En realidad no estoy haciendo de padre, solo estoy llevando a un niño en los hombros... |
Al volver de Brasilia hemos tenido la oportunidad de echar una mano con una familia colombiana de refugiados que están ahora en Manaus con intención de ir al sur del país donde hay más oportunidades de empleo. Para nosotros ha sido un regalo poder compartir este pequeño trecho de su camino, que está siendo terriblemente largo pero parece que, finalmente, tiene vistos de llegar a buen puerto. Hemos trabado mucha amistad con ellos, hemos tenido la oportunidad de comer juntos en casa, de acompañarles en los trámites y, lo más importante, de conocer su experiencia y es una experiencia que, por si sola, merece el estar aquí. No creo que lean esto, pero le estamos muy agradecidos por su amistad (por no decir que les admiramos muchísimo por todo lo que han afrontado y están afrontando siempre con una sonrisa en la cara). Un abrazo familia.
Gracias por leernos y, como siempre, un abrazo a todos,especialmente a nuestras familias.
Fede e Isa.